Читать книгу El fascista estrafalario. Volumen II онлайн
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Rebobinemos dos siglos. En los años 20 y 30 del XVI la autoridad suprema de la inquisición (el Gran Inquisidor, sucesor de Torquemada) era un cardenal español llamado Alonso Manrique.67
Pese a lo ostentoso de su cargo, Alonso tuvo un hermanastro que con el tiempo se hizo mucho más famoso que él. Se llamaba Jorge y rimaba versos.
Toda esta villa de Ocaña
poner quisiera a tus pies,
y aun todo aquello que baña
Tajo hasta ser portugués,
entrando en el mar de España.
No, no -éstos no-; que son de Lope de Vega y bastante posteriores.68
Jorge Manrique escribió:
…después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero;69
después de tanta hazaña
a que no puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa de Ocaña
vino la Muerte a llamar
a su puerta.70
Cosas de nobles. El padre de ambos, Rodrigo Manrique -al que está dedicada la elegía- había apoyado a la futura reina Isabel la Católica (quien estuvo refugiada en Ocaña durante un tiempo) en sus pleitos dinásticos con Juana la Beltraneja. De no haber sido así tal vez los reinos de Castilla y Portugal hubiesen permanecido unidos.71