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Sonrío y los cuento mentalmente. Cinco en total.

—No tienes tantas manos —discrepo.

—Si piensas que es un inconveniente, es porque aún me queda mucho por enseñarte. —Pongo los ojos en blanco, riéndome, y me guiña un ojo—. Voy a por algo de beber. Invito yo. Espérame aquí, ¿vale?

Asiento y se marcha. Me quedo en la mesa y tamborileo distraída con los dedos siguiendo el ritmo de la canción. Miro de nuevo a la banda. No han tocado nada especialmente bueno, aunque tampoco son un desastre. Además, físicamente no están nada mal. Ahora entiendo por qué Chloe parecía tan entusiasmada.

De pronto, la mirada del vocalista se cruza con la mía. Esboza una sonrisa coquetona y me guiña un ojo. Genial.

Solo espero que este no me escriba canciones.

Cuando Chloe regresa unos minutos después, acepto la copa que me ofrece y señalo el escenario con la cabeza.

—El rubio no dejaba de mirar en esta dirección. Creo que estaba esperando a que volvieras.

Mi amiga parece encantada. Se vuelve hacia el chico, le dedica una sonrisa sugerente y él pronuncia los últimos versos de la canción sin apartar los ojos de ella. Me doy mentalmente una palmadita en la espalda. Todos contentos.

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