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Es justamente lo que busco.

Dejo que nuestras miradas se encuentren. Me hace un repaso descarado. Sin embargo, no me hace sentir incómoda porque sé que le gusta lo que ve. Después, me lanza una de esas sonrisas irresistibles que seguro que cree que funcionan. Hago esfuerzos por no rodar los ojos. En definitiva, es un chico de manual.

—Te espero aquí —canturrea Chloe, que ha notado nuestro intercambio de miradas.

Me acabo de un trago lo que me quedaba en la copa y la levanto.

—Voy a por otra —anuncio.

—Claro. A por una con sabor a lengua.

No contesto porque ya me estoy alejando. Camino hacia él y me apoyo en la barra, a su lado, antes de llamar al camarero. Noto su mirada sobre mí mientras espero.

Sé cómo funciona esto. En Mánchester lo hice muchas veces. Descubrí que el secreto no está en el físico, sino en la actitud. Otros te verán guapa si tú crees que lo eres. Tardé bastante en darme cuenta, pero, desde entonces, me veo de otra manera. La experiencia me ha demostrado que le gusto a los chicos. A la mayoría, y ellos me gustan a mí, siempre que sea para rollos casuales. No pienso volver a arriesgarme tanto como la última vez.

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