Читать книгу Dimelo cantando онлайн

36 страница из 120

Me vuelvo hacia él y descubro que me observa. Lleva el flequillo, que antes solía ser muy rebelde, peinado hacia arriba. Este último año y medio le ha sentado bien. Tenía la cara llena de imperfecciones en el instituto, pero ahora tiene la piel lisa y los hombros más anchos.

—¿Qué? —demando, claramente a la defensiva.

Se encoge ante mi tono, como un niño pequeño.

—No tenías por qué venir, ¿sabes? Nadie te obliga a estar aquí.

Trago saliva e intento relajarme, aunque me resulta muy difícil.

—Quiero estar aquí, pero la situación me parece un poco incómoda. Nada más.

—Es incómoda porque te empeñas en fingir que no me conoces. Llevo esperando a que me des un abrazo desde que subiste a la camioneta.

No me lo pienso dos veces y aprovecho que el vehículo es espacioso para lanzarme a sus brazos. Finnme estrecha contra sí y noto que me tiembla la respiración cuando suspira en mi cuello. Acabo de darme cuenta de lo mucho que lo he echado de menos. De pronto, tengo unas ganas asfixiantes de echarme a llorar.

Правообладателям