Читать книгу Mejor no recordar онлайн

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—¿A dónde vamos? —preguntó Ana tiritando del frío.

—Conozco un sitio de churros y chocolate a la vuelta de la esquina —sugirió Luis arqueando las cejas al ver nuestra cara de felicidad al escuchar sus palabras.

Caminamos velozmente hasta la panadería que se encontraba a pocos metros de allí, donde nos sentamos en la última mesa libre que quedaba. Miguel y Carlos fueron a hacer la cola para pedir, mientras que las chicas, Luis y Jorge nos quedamos esperando.

—No sé si tengo más hambre que sueño —comentó Jorge quitándose su abrigo y dejándolo en el respaldo de la silla—. Al menos, aquí se está bien y no hace frío.

Nuestros amigos tardaron al menos diez minutos en llegar con bandejas repletas de bolsas de churros y porras, y jarras de chocolate caliente. Entusiasmados, repartimos los vasos y los platos. Nos disponíamos a comer cuando, en ese instante, comenzó a sonar el móvil de Carlota. Sorprendida, frunció el ceño al ver quién le estaba llamando.

—¿Qué pasa? ¿Quién te llama? —preguntó Miguel al ver la cara de sorpresa de su novia.

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