Читать книгу Mejor no recordar онлайн

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—¿Estaba sola? —preguntó Luis exaltadamente.

—Sí, sí. Estaba sola. Iba muy borracha. Se apoyó en la pared —señaló el muro de piedra que daba continuación a la puerta de la discoteca— y miró el móvil durante unos segundos.

—Seguramente estaría pidiendo el Uber —le interrumpí y el portero me miró con el ceño fruncido—. Abajo no hay cobertura.

—No lo sé. Estuvo solamente unos segundos, y luego se fue hacia la calle principal.

—¿No la viste subirse al coche? —preguntó de nuevo Luis.

—No. No me fijé. Pero de todas formas desde aquí no hay visibilidad. —Como si no le creyese, me situé a su lado y comprobé lo que me decía. En efecto, no se veía nada. El edificio de enfrente bloqueaba la vista, ya que el inicio del callejón se encontraba a unos metros hacia la izquierda—. ¿Eso es todo? —preguntó con impaciencia.

—Sí —contesté fríamente—. Muchas gracias. —Luis y yo nos dimos la vuelta y comenzamos a andar hacia la calle principal. Esperamos hasta llegar a la esquina de la calle para detenernos y comentar lo sucedido.

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