Читать книгу Mejor no recordar онлайн

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—Verás… —comenzó a explicar Luis mientras se acercaba lentamente a la puerta de la discoteca donde el hombre estaba apoyado—. Nuestra amiga, Alejandra, se fue a las cinco de la mañana de aquí y aún no ha vuelto a casa. Queríamos preguntarte si, por casualidad, la viste marcharse y subirse al Uber. Tal vez la viste marcharse acompañada…

—¿Sabes cuántas chicas entran y salen de esta discoteca? —preguntó el portero en tono burlón. Su acento y sus pocas ganas por colaborar me irritaban. No entendía por qué los puertas de las discotecas tenían que ser siempre tan antipáticos y desagradables.

—Por favor —suplicó Luis—. ¿Puede hacer un esfuerzo y ayudarnos? No se lo pediría si no fuese importante. —El portero suspiró fuertemente y asintió con la cabeza.

—Enseñadme una foto de la chica. —Rápidamente saqué el móvil del bolsillo del abrigo, y se lo entregué. Desde hacía unas semanas, tenía como fondo de pantalla una foto en la que salíamos Alejandra y yo durante uno de los viajes que habíamos organizado el año anterior. Salíamos bastante cerca de la cámara por lo que era fácil analizar nuestros rasgos. El portero examinó en silencio durante unos segundos la pantalla del móvil antes de devolvérmelo—. Sí, sí —añadió rascándose la barba—, me acuerdo de ella. Se fue como habéis dicho hacia las cinco de la mañana. Una chica sonriente. Se despidió de mí.

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