Читать книгу Mejor no recordar онлайн

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Busqué en el bolso mi móvil y, cuando lo encontré, me di cuenta de que este estaba apagado. Probablemente, se habría quedado sin batería mientras dormía. Velozmente, decidí revisar el contenido de mi bolso para asegurarme de que el tiempo que había estado dormida nadie me había robado nada. Solté un suspiro de alivio al comprobar que todas las tarjetas estaban en su sitio. Con dificultad, conseguí andar hasta el final del callejón donde se encontraba la discoteca, y donde, supuestamente, el Uber me hubiese estado esperando.

En cuanto salí a la calle principal, la luz del sol me cegó, impidiéndome abrir completamente los ojos. Levanté firmemente la mano y paré el primer taxi que pasó. Me subí poco a poco a él, esbozando muecas de dolor cada vez que realizaba un movimiento.

—Noche complicada, ¿no? —comentó el taxista al percibir como apoyaba la cabeza contra el respaldo y cerraba los ojos—. ¿No irás a vomitar?

—No, estoy bien. —En cuanto pronuncié aquellas palabras, la garganta me ardió y sentí retortijones en el estómago.

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