Читать книгу Mejor no recordar онлайн

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El taxista condujo rápidamente para llevarme a casa. Aquella mañana, las calles estaban despejadas, algo habitual para un sábado a esa hora, y el canto de los pájaros retumbaba en mis oídos. En mi cabeza repasaba una y otra vez lo que le diría a mi madre. Seguro que tendría una docena de llamadas suyas, y mensajes de mis amigos, preocupados, ya que mi madre, al no conseguir hablar conmigo, les habría llamado a ellos. Pensé en decirle la verdad, en contarle que había bebido más de la cuenta y que, probablemente, me habría tropezado de camino al Uber y me había quedado dormida allí. Luego, medité sobre las repercusiones que aquel suceso tendría y opté por decirle que me había ido a desayunar con un amigo. Sí, le diría que me había quedado sin batería y que, después de la discoteca, me había ido a desayunar con algún amigo. Uno que no fuese de mi grupo del colegio, de la universidad tal vez. No era una respuesta ideal, y seguramente se enfadaría una barbaridad por no haberla avisado, pero aquello era mejor que admitirle que me había quedado dormida en la calle de lo borracha que iba.

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