Читать книгу Mejor no recordar онлайн

61 страница из 77

—Yo lo siento, mamá, lo estoy notando —chillé entre sollozos. Mi madre pegó un grito al darse cuenta de que ella también podía sentir mis cálidas mejillas entre sus manos. Movió sus dedos por todo mi rostro, y me acarició el pelo.

—¿Alejandra? ¿Eres tú? —preguntó tartamudeando entre llantos. Asentí fuertemente mientras me lanzaba a abrazarla.

—¡Sí, mamá! Soy yo. Estoy aquí. ¿Qué pasa? ¿Por qué me dices estas cosas?

—Oh, mi niña. —Sus ojos seguían produciendo densas lágrimas y no me soltaba las manos—. ¿Estás bien? ¿Cómo es posible?

Mi padre, que había escuchado nuestros llantos desde su despacho, corrió al salón, donde nos encontrábamos. Se quedó inmóvil, de pie, observando cómo, de rodillas, abrazaba a mi madre.

—¿Ale? ¿Eres tú? —Sus ojos me miraban intensamente, como si estuviese ante un milagro.

—Sí, papá. —Aunque seguía confundida, me levanté rápidamente y corrí hacia él para abrazarle. Sentí cómo su pecho se ahogaba y cómo sus lágrimas mojaban mis mejillas.

En ese momento, el móvil de mi madre comenzó a sonar. Como un reflejo innato, sin pensar, sin dejarlo vibrar, descolgó rápidamente la llamada.

Правообладателям