Читать книгу Sombras en la diplomacia онлайн

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Comprendió por entonces que no todas las webs de contactos eran de la misma naturaleza y que sus finalidades coexistían, pero que podían ser muy diferentes para los objetivos de los posibles usuarios. Pero ya era tarde. Se había decepcionado de tal manera que, a pesar de entrar en otros espacios virtuales, seguía observando que las personas de su edad, cualquiera que fuera su género y condición, parecían ser objetivos expuestos para jóvenes desalmados que buscaban un beneficio económico en una supuesta relación amorosa, donde en realidad el amor solía brillar por su ausencia. Aunque Rachel no buscaba el amor, no buscaba sexo, ni siquiera unas relaciones más o menos efímeras y circunstanciales. Ella buscaba respuestas a una vida de fervor, sin capricho, por la responsabilidad de servir ante la sociedad que le había tocado vivir y se preguntaba con ironía si todo lo sacrificado y realizado a lo largo de más de cuarenta años de servicios solo hubiera valido para encontrarse en la tercera etapa de su vida con un perrito al que cuidar. Le dolía tener que volver la vista atrás, le dolía recordar retazos de una existencia plagada de contrastes, de víctimas difuminadas por el fragor de unas necesidades políticas o económicas en favor de los que creía, siempre por entonces, en posesión de la verdad: los suyos. Y ante el análisis preciso de las situaciones más concretas, comprendió que la defectuosa relación de su marido con el abogado catalán acabaría mal y que su encuentro no había sido casual, sino una maniobra de acercamiento intencional hacia el representante del teórico poder que ejercía la embajada de los Estados Unidos. Los últimos acontecimientos en la comunidad catalana así lo apuntaban. Necesitaban apoyos foráneos, soportes internacionales en los que apuntalar su imagen, y nada mejor para ellos que la delegación americana pudiera ofrecer, aunque sin decantarse, un informe favorable, o al menos propicio, sobre la ofuscación independentista de una parte de los catalanes. Hacía pocos meses que Artur Mas había dimitido al objeto de permitir un acuerdo de investidura entre los partidos más radicales y Carles Puigdemont, alcalde de Girona, fue el elegido para continuar el camino trazado hacia la radicalidad. Y pocas semanas más tarde, Dexter y Albert, casualmente, son presentados en Andorra por un amigo común. Era obvio, pensaba Rachel, que quien hizo efectiva la presentación conociera de primera mano la condición homosexual de ambos y supiera de buena tinta que su marido, Dexter, se hallaba sin pareja estable en el mencionado aspecto. De cualquier manera, ella siempre había actuado de una forma prudencial, juiciosa, en el tema de la relación entre ambos. En ningún caso trató de interferir en la misma y siempre, en las escasas ocasiones en que hablaron de la situación, Rachel solía solicitar prudencia en el marco de los desplazamientos que realizaban juntos y de cualquier otro tipo de actuaciones en público.

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