Читать книгу Sombras en la diplomacia онлайн

112 страница из 117

Daniel observó a los suyos. El traqueteo del tren no impedía el pensamiento y observó el silencio epistolar de su familia. Sabía que el hecho había producido un síntoma disforme en la tranquilidad adquirida, acarreando en breve la pérdida de la placidez alcanzada. No sabían si para bien o para mal, aunque eran conscientes de que aquel hombre, bueno o malo, podría arruinar sus propósitos.

La solución a sus pesares llegaría en poco más de dos horas, en cuanto el convoy hiciera su entrada en la estación de Lyon.

La llegada a la ciudad francesa constituyó uno más de los elementos favorables que acompañaban a la familia Venay. El control de aduanas podría calificarse como rutinario, habitual, y ninguna pega obstruyó su entrada en territorio francés. Solo faltaba solventar, por entonces, su desplazamiento a tierras del sur.

El idioma constituyó, una vez más, un problema añadido a las dificultades que se concertaban por el perímetro dominante alemán que abarcaba toda la región. Si bien el pasaporte español confería ciertas garantías, así como el salvoconducto, otros inconvenientes se cernían respecto al medio de transporte a utilizar. Uno de los empleados de la estación, que hablaba un poco de español, los dirigió a una zona desde donde salían autobuses con destino a Montpellier y a otros puntos de la región sureña. Aunque por el idioma gestual indicó que el viaje hasta la frontera española sería muy largo y consideraba conveniente hacerlo en dos etapas. Así lo hicieron.

Правообладателям