Читать книгу La Santidad de Dios онлайн

40 страница из 60

La lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias y de aves y de serpientes y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. (Santiago 3:6-12)

La lengua es un mal irrefrenable, llena de veneno. Esto es lo que Isaías estaba reconociendo. Pero él sabía que no estaba solo en este dilema, que toda la nación estaba infectada con bocas sucias: “Yo vivo en medio de gente de labios inmundos.” En un momento Isaías tuvo un entendimiento nuevo y radical del pecado. El vio que era invasivo en sí mismo y en todos los demás.

Правообладателям