Читать книгу Santa María de Montesa. La orden militar del Reino de Valencia (ss. XIV-XIX) онлайн

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Determinadas encomiendas templarias en Aragón y Cataluña resistieron más que las valencianas por la firmeza de las fortalezas en que se hicieron fuertes los freires. La última, y una de las más simbólicas, Monzón, capituló finalmente el 1 de junio de 1309. Delegados regios pasaron a controlar todos los dominios de la Orden hasta que el papa decidiera su futuro. En otoño de 1311, Clemente V convocó en Vienne un concilio para dirimir todos los asuntos relativos al contencioso del Temple; la asamblea conoció el 3 de abril del siguiente año la bula clementina de 22 de marzo que decretaba la supresión canónica de la Orden, haciéndose eco de las graves acusaciones de que había sido objeto y del daño irreparable causado por ellas, pero no condenándola judicialmente; imponía, además, silencio sobre el tema en sesiones conciliares posteriores, claro signo este de ausencia de unanimidad entre los padres sinodales. Sabemos que la decisión tomada no contó con el favor de los obispos de la Tarraconense que asistían al sínodo, y en especial del prelado de Valencia, cuya discrepancia y argumentos conocemos a través de los embajadores regios aragoneses.ssss1 Esta actitud muestra que la simpatía hacia el Temple no se limitaba al monarca, sino que se extendía entre amplios círculos eclesiales de los territorios del oriente peninsular.

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