Читать книгу Santa María de Montesa. La orden militar del Reino de Valencia (ss. XIV-XIX) онлайн

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En mayo de 1312 el pontífice decidió asignar los bienes del instituto extinto a la Orden del Hospital, con excepción de aquellos emplazados en los reinos ibéricos, cuya suerte se determinaría con posterioridad.ssss1 Desde el momento en que el concilio comenzó sus sesiones en octubre de 1311, la posición de Jaime II fue defendida por embajadores, que en los años siguientes mantuvieron los principios sobre los que se sustentaba la postura regia, aunque la forma de plasmarlos en propuestas fue variando.ssss1 Para el rey aragonés era innegociable cualquier solución que hiciera peligrar un control efectivo monárquico del norte valenciano y no asegurara un dominio más directo que el que hasta entonces había ejercido sobre templarios y hospitalarios en la zona. Evidentemente, la asignación general de bienes del Temple al Hospital decidida por el papa en mayo de 1312 era inaceptable para el monarca al consolidar un cinturón hospitalario que separaría Aragón, Cataluña y Valencia, a la par que reforzaba un instituto universalista que escapaba del radio de acción del monarca. El favor del que gozaba en Aviñón el traspaso de los dominios a los sanjuanistas hizo que Jaime II avanzara en enero de 1313 una propuesta de cesión global al Hospital de las encomiendas templarias en el oriente ibérico a cambio del paso a la Corona de diecisiete fortalezas y de las rentas anejas a ellas,ssss1 también del juramento de fidelidad al monarca de los antiguos vasallos del Temple. Es del todo evidente que el rey quería asegurar la fidelidad de quienes serían nuevos dependientes hospitalarios y sustraer de un Hospital potencialmente agrandado los puntos fuertes más significativos, bien por su fortaleza militar bien por su carácter estratégico. Once de los escogidos se encontraban en el extremo sur de Aragón, bajo valle del Ebro y norte de Valencia; cuatro de ellos correspondían a esta última zona: Chivert, Culla, Ares y Peñíscola. El hecho de que un cuarto del total de los núcleos elegidos estuviera situado en el área de atención prioritaria en diciembre de 1307 avala las razones expuestas para la intervención real en esa fecha. Más de cinco años después, el rey seguía preocupado por la incidencia de la disolución del Temple en esa zona y en las aledañas del sur de Aragón y del bajo valle del Ebro.

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