Читать книгу Diario de un adolescente precoz colombiano онлайн
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En ese momento no podía creer que él la tuviese dura de nuevo, así que volví a chupársela hasta que se corrió en mi boca, me dijo que me la tragara y lo hice encantado. Al terminar pudimos ver salir a Leidy y al escolta de la discoteca y nos echamos a reír. Esta aventura se había convertido en nuestro secreto.
Esa noche termino y él me llevó de nuevo a la casa, al día siguiente todos hicimos como si no hubiese pasado nada, todos estábamos felices y sonrientes. Del escolta he de decir que, en los días siguientes estuvo serio. Y yo iba de nuevo todas las noches por las caballerizas, por si pasaba de nuevo lo que tanto me gustó.
He de decir, que mi culo, al día siguiente de habérselo follado, con esas ganas como él lo hizo, estaba muy herido, aunque no había sentido nada en la noche, por el día estaba muy dolorido, incluso así yo quería seguir alimentando mi morbo, porque me gustaba mucho aquel escolta, que por cierto le llamaban “Ojitos”, porque tenía unos ojos preciosos color miel.
A la noche siguiente, después de nuestro primer morbo o follada, yo le busqué cuando todos se habían ido a dormir, pero me encontré en la caballeriza con él y el otro escolta (Martín) con el que Leidy había follado en la discoteca y nada más verme los dos se pusieron a reír. Los dos sabían que yo iba a volver y al comprobar que así fue, se vio su complicidad.