Читать книгу Diario de un adolescente precoz colombiano онлайн

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Les saludé y le dije a Ojitos que me diera un cigarrillo, me lo dio y también fuego, pero su amigo me miró a la cara y me dijo: “Así que te gusta comer verga”, yo le respondí: “¿Y a ti, culo igual que a Ojitos?”. Entonces los dos rieron.

Ojitos se sirvió un trago y su amigo me dijo que, si me había gustado también su verga y le respondí que sí, pero que no la había visto bien, él me dijo: “¿Quieres verla?” y le respondí que sí. Al sacarla la pude ver totalmente dura. Era una demostración de que aquella escena le daba mucho morbo y me pidió que se la tocase, así lo hice, para mamársela después, pero Ojitos también se sacó la suya y quería follarme y le dije que no, porque me había dejado destruido el culo, así que solamente nos conformamos con chuparles yo sus pollas y ellos correrse en mi boca.

Esa noche fue más tranquila y después de corrernos los tres, me fui a dormir. Me había quedado satisfecho al haberme comido esas dos pollas y sobre todo de haber sido cómplice de esos dos hombres, que aparte de guapos eran muy masculinos.


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