Читать книгу El fascismo de los italianos. Una historia social онлайн
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En el sur el escuadrismo no había necesitado expandirse en las zonas rurales en las que la defensa del orden y de la propiedad, además de con la violencia, aún se aplicaba según reglas y ejecutores tradicionales y eficaces. Una vez conquistado el poder, el fascismo se ocupó de controlar a las organizaciones mafiosas que podían convertirse en peligrosas competidoras. La operación antimafia entró a formar parte, así pues, del proceso de estabilización del fascismo en el sur. Para demostrar que el PNF era un partido que estaba por el orden, en junio de 1924 fue reincorporado al servicio y fue enviado a Trapani y después a Palermo el prefecto Mori, del que ya hemos recordado que se distinguió en Bolonia y en la llanura Padana por la severidad y la imparcialidad con las que había contenido la violencia y la intemperancia de las opuestas formaciones fascista y antifascista. En 1926, a este «prefecto de hierro» le fueron otorgados plenos poderes de jurisdicción en toda la isla. La actividad de Mori tuvo contemporáneamente diversos objetivos: el principal fue derrotar a la mafia, pero también fue destruir las clientelas liberales y eliminar las posibles resistencias de las fuerzas políticas no alineadas con el fascismo. La lucha contra la mafia se condujo con total libertad de medios y de métodos represivos: deportación en masa de pueblos y familias, empleo de la tortura, largas detenciones a la espera de procesos indiciarios, condenas sumarias y confinamientos para extirpar toda forma de delincuencia autónoma. En el fenómeno mafioso también incluyeron a hombres que durante la guerra y en la inmediata posguerra habían realizado delitos menores y robos de ganado, muchos de ellos habían sido insumisos y desertores (unos 40.000 entre 1916 y 1917), otros eran excombatientes que, una vez regresados a Sicilia, habían acabado integrando las filas de una nueva mafia que según el prefecto Mori era