Читать книгу El fascismo de los italianos. Una historia social онлайн

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La alianza de los propietarios agrarios con el fascismo, tanto en la llanura Padana como en Apulia y Sicilia, no fortaleció su poder, aunque les aseguró el control de los campos gracias a la colaboración del partido y de los sindicatos fascistas; recibieron ventajas económicas con la política estatal de extensión de los cultivos de cereales y de recuperación de los terrenos, pero perdieron el control de una parte de las administraciones locales y no fueron en absoluto privilegiados en lo que respecta a la relación con el Gobierno central. En Apulia y Sicilia la nueva clase dirigente ya no estaba ligada por fuerza a la propiedad agraria y al campo; estaba compuesta por grandes inversores en el sector inmobiliario, como en Bari, y por empresarios, como Ignazio Florio en Palermo, y sobre todo por la clase media emergente en la Administración del Estado y del paraestado. El fascismo alimentó el empleo público también en el sur: solo en la ciudad de Bari experimentó un aumento del 25% en la totalidad de la población activa. Los planes reguladores de las ciudades de Apulia fueron pensados principalmente para acoger a las nuevas clases medias, lo que provocó la expulsión de núcleos familiares pertenecientes a las clases populares y el empeoramiento de sus condiciones de vida hasta el umbral de la pobreza. El movimiento fascista se había alimentado de los conflictos en las áreas rurales para emerger; una vez establecido de manera estable, puso en valor políticamente el ambiente ciudadano del que había surgido para conquistar el poder, poniéndose de parte de las ciudades y de sus clases dirigentes en el secular enfrentamiento con el campo.

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