Читать книгу El fascismo de los italianos. Una historia social онлайн

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... joven [y] esquivaba y despreciaba la protección de los hombres políticos [y] consideraba la propia escopeta como la mejor protección [...]. Y fue una ola de violencia que atropelló a todos y a todo, agravando las condiciones de la seguridad pública hasta un punto que nunca se había visto hasta entonces (Mori: 23).

Entre finales de 1927 y el verano de 1929 se celebraron unos quince grandes procesos a mafiosos, que llegaron a reunir incluso a miles de imputados. La magistratura colaboró de manera activa en la operación, sin perjudicar nunca a los miembros de la gran propiedad agraria, absolviéndolos de haber utilizado en el pasado, «solo por necesidad», a muchos guardianes de fincas (campieri), arrendatarios y administradores de los feudos (gabellotti) implicados en la mafia o propios iniciadores de una mafia rural. Estos fueron los sujetos a los que atacó directamente el fascismo, aunque las potentes familias mafiosas también se vieran implicadas en las operaciones de policía. Algunos personajes reaparecieron en la posguerra, otros desaparecieron del todo y unos terceros huyeron a Túnez o a Estados Unidos, donde recuperarían los contactos con Sicilia en la guerra y la posguerra. De cualquier modo, el haber defendido los intereses de los grandes latifundistas silenció solo durante algunos años a la mafia, la cual reapareció en los años treinta en las áreas de latifundio con una nueva generación y una nueva etapa de violencia generalizada. La nueva represión fue llevada a cabo por el ejército, al igual que la primera, en lo que respecta a su extensión e intensidad, pero completamente en secreto. En los años treinta, en Sicilia estaba prohibida cualquier alusión a la mafia. El cargo de Mori había sido revocado en 1929: había adquirido demasiado poder personal y había llevado a cabo demasiado explícitamente una intervención del nuevo Estado dura y libre de toda garantía de legalidad, intervención que el régimen quería que la isla olvidase. Por su parte, la gran propiedad agraria se avanzó con la parcial eliminación de la antigua clase de gabellotti, sustituyéndola por otra a la cual exigieron beneficios mucho más onerosos que los precedentes. Pero Mori también había intervenido liquidando al grupo de fascistas intransigentes que, apoyados por el secretario del Partido, Roberto Farinacci, habían neutralizado anteriormente el localismo político de tendencias autonomistas. Estos habían sido liderados por el palermitano Alfredo Cucco, que fue expulsado del PNF en 1927. Así pues, se volvió a dar voz a los miembros de la aristocracia agraria y de la nobleza palermitana, que aseguraron al régimen respetabilidad, moderación, fidelidad y defensa de los principios ideológicos del fascismo. A finales de 1927 Sicilia era la novena por número de inscritos en el PNF, por delante de Apulia y Liguria, mientras que al menos 12.000 jornaleros agrícolas estaban controlados por los sindicatos fascistas.

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