Читать книгу Los parados. Cómo viven, qué piensan, por qué no protestan онлайн
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«Aprovechándose del paro a veces algunas empresas ofrecen empleos en condiciones abusivas. A su entender, ¿por menos de qué cantidad de dinero no debería un trabajador aceptar un empleo?» Es así como introdujimos en la entrevista lo que el análisis económico llama salario de reserva: aquella cantidad por debajo de la cual un individuo, por las razones que sean, no está dispuesto a aceptar un empleo. Los economistas ortodoxos vinculan el salario de reserva a prestaciones por desempleo demasiado generosas, inducidas por la presión sindical, que provocarían paro voluntario y conducirían al parado hacia la trampa del desempleo de larga duración, del que después le será más difícil salir.
Otra manera de enfocar la cuestión, inspirada en el pensamiento económico de Alfred Marshall, sostiene que «el mercado de trabajo no puede entenderse sin tener en cuenta que los participantes, en ambos lados, tienen ideas muy claras de lo que es justo e injusto» [Solow, 1992: 23]. Esto lo dice un economista, no un moralista. Si no se respeta cierto límite por debajo del cual el trabajador sabe que tiene derecho a rechazar un empleo y el empleador que no lo tiene a ofrecerlo, el mercado no funciona. Desde este punto de vista el salario de reserva sería la consecuencia lógica de unas normas sociales derivadas de esas ideas que impiden el desbocamiento de una competencia hobbesiana por el empleo disponible que acaba perjudicando sobre todo a los vendedores de fuerza de trabajo, pero a la larga también a los compradores. Los dispositivos de protección por desempleo también guardan cierta relación con esas normas, que explican por qué los salarios no suelen bajar en proporción cuando el paro alcanza un nivel significativo. Lo que está ocurriendo a este respecto en España con motivo de la crisis puede interpretarse como un intento de impugnar tales normas, sobre las que se ha construido un sistema de relaciones laborales más orientado a la negociación que al conflicto, sustituyéndolas por otras más ajustadas a los intereses a corto plazo de las empresas. Más aún, todas las reformas laborales llevadas a cabo desde los años ochenta apuntan en la misma dirección [Fundación 1º de Mayo, 2012]. ¿Qué entienden nuestros parados por salario justo o digno, es desproporcionado su punto de vista respecto al salario de reserva, tienen expectativas desmesuradas en cuanto al empleo que consideran merecerse?