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3.2

Con el inicio de la Edad Moderna, los reinos andaluces se convirtieron en focos punteros de la producción y comercialización sedera junto a Toledo, Valencia y Murcia. Los grandes centros de esta industria coincidirán, como sabemos, con las capitales de los respectivos reinos, a saber, Córdoba, Sevilla, Granada y, en menor medida, Jaén. Sin embargo, frente a la continuidad en Granada de la tradición islámica, las ciudades de la Baja Andalucía no mostraron este influjo, perdido mucho tiempo atrás,ssss1 y desarrollaron su actividad siguiendo técnicas importadas por los genoveses,ssss1 a la sombra de la conquista del reino nazarí, el comercio con Europa y, posteriormente, el comercio indiano. También diferenciaba estos focos del granadino la falta de materia prima local, en todo caso de baja calidad, usada en la fabricación de género menor y, por tanto, su dependencia de las remesas enviadas tanto del Reino de Granada, como de Murcia y Valencia. Esto último podía explicar el interés de las compañías sevillanas, cordobesas y giennenses por el control de la renta de la seda granadina justo tras la conquista del territorio, en dura competencia con los toledanos,ssss1 en un intento de dirigir la producción de seda cruda hacia sus mercados.

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