Читать книгу Mentiras que no te conté онлайн

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Al principio, cuando Manuel no esté, será más o menos como ahora: yo pasaré más horas de las que debería revisando sus redes sociales, yendo de un perfil a otro cada vez que vea algún like que me provoque suspicacia y gastaré días en el intenso desarrollo de la más pulcra autoconmisceración. Es probable que durante algunas semanas me anime a cosas que nunca he querido hacer, como el sexting o el intercambio de nudes. Pero será sin convicción, sin ánimo, y Manuel se aburrirá y simplemente dejaremos de comunicarnos.

La mujer mayor se llama Mónica, pero no tengo energía para decirle sobre las emes y la coincidencia. La verdad es que pienso “curiosa coincidencia” y de pronto me siento de su edad. Ella termina el brebaje del termo en un trago largo y me informa que irá al baño para el refill. Yo nunca bebo tan temprano y siento el sonrojo del alcohol colorearme la cara, pero está bien, porque las personas creerán que es por el ejercicio.

Un grupo de adolescentes irrumpe con gritos y risas y ponen música muy ruidosa. Una entrenadora habla por un micrófono de diadema y les pide atención. Baja un poco el volumen para darles instrucciones. Me levanto de la banca para buscar a Manuel, pero no me muevo de mi sitio, solo alargo un poco el cuello y veo por encima de las cabezas y las extensiones de los aparatos que por un segundo parecen las ramas retorcidas de un bosque encantado. Perdida, lo busco y como no lo encuentro busco a Mónica y su termo mágico. Tampoco está. Quizá también haya caído rendida ante el embrujo del hada mala y si doy un paso me toparé con Mariana abrazada de Manuel y Mónica, los tres borrachos, cantando una canción.

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