Читать книгу Mentiras que no te conté онлайн

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Nos reímos. Tal vez tenía razón y yo debía pedirle a Manuel que se quedara. O tal vez quien tenía razón era yo, pero de cualquier modo la decisión no me correspondía.

Manuel se va.

Manuel se va y está poniéndose en forma para irse más hermoso y perfecto que ahora.

Quince minutos de carrera y siento que voy a tener un paro cardiaco. Busco a Manuel con la vista y lo encuentro en las bicicletas estacionarias con Mariana. Ahora busco al instructor de pilates. Que regrese, que se la lleve a dar vueltas en la lona.

Llega una mujer mayor, casi anciana, vestida como Jane Fonda en los setenta. Con mallones lilas, calentadores morados, leotardo rosa y púrpura con el corte de la pierna hasta la cintura y banda en la frente a juego. Es algo que Mariana usaría para una fiesta de disfraces. Sonrío por haber pensado eso y la mujer me regresa sonrisa. Yo inclino la cabeza en un saludo y me siento en una banca para deltoides que está desocupada. La mujer hace una rutina de estiramientos que parece muy profesional.

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