Читать книгу Mentiras que no te conté онлайн

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A lo lejos, veo a Mariana intercambiando su número con el instructor de pilates y a Manuel conversando con una mujer bellísima. El tipo de mujer que, exactamente igual que las niñas y el mismo Manuel, no tiene nada que hacer en un gimnasio. Una de las muchachitas me roza con su pelota. Volteo a verla y tengo el logo de la marca en cara. MPlus. Doy unos pasos para alejarme de ella y choco con otra bola. MountainFit. Max. MamboGym. MyHealth.

Las emes gigantes, deformadas por las curvas de las pelotas, van y vienen y creo que estoy a punto de gritar. La muchacha me habla, se disculpa por haberme tocado con la pelota, pero yo se la arrebato y la lanzo con todas mis fuerzas contra Mónica, que sigue bebiendo en la banca. Tengo mala puntería y la pelota, además de ligera, viaja con una lentitud ingrata, así que no la golpeo, pero todas las chicas se dan cuenta de lo abusivo de mi acción.

Atacar de ese modo a una abuelita y ponerme con una joven menor que yo. Me siento como una acosadora escolar y quiero explicarme, pero antes de que me dé cuenta soy rodeada por las adolescentes que blanden las bolas infladas, amenazantes.

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