Читать книгу Mentiras que no te conté онлайн

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Trato de no ver demasiado a Manuel y a Mariana, pero no puedo evitarlo. Jadeantes, competitivos, sonrientes, pedaleando sin descanso. La mujer me descubre fisgoneando y hace un gesto de disgusto hacia la pareja. Debe creer que son unos recién casados de esos que planean actividades para cada momento del día. Yo también lo pensaría si no los conociera. La mujer termina de estirarse y parece que va a dar inicio a una sesión aeróbica de antología, pero en lugar de eso se sienta a mi lado y bebe un gran trago de su termo. Me ofrece.

—Es proteína —dice.

Limpio la boca del termo con la orilla de mi camiseta y tomo un poco.

Es algún tipo de licor mezclado con jugo que no puedo reconocer. La mujer me anima a beber más. Lo hago.

Me cuenta que si fuera por ella estaría en el bar de un hotel tomando cocteles, hace la especificación de que sería en el bar de un hotel y no simplemente en un bar, porque los bares de los hoteles no cierran nunca. Que el médico recomendó que se ejercitara después de su última cirugía y que sus hijos no entienden que recomendar no es lo mismo que ordenar. Entonces los deja pagar la suscripción y llevarla y recogerla, pero que no les va a permitir salirse con la suya sin un poco de vergüenza. Abre los brazos mostrándome su outfit. Entiendo.

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