Читать книгу El no alineamiento activo y América Latina. Una doctrina para el nuevo siglo онлайн

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Y las razones utilizadas para ello, entre otras, son que, si la Unión Soviética nunca tuvo estudiantes de posgrado en MIT, no hay razón para que China tenga casi 400.000 estudiantes universitarios en los Estados Unidos. Estos estudiantes vendrían a desarrollar habilidades y adquirir conocimiento que luego, de vuelta en China, utilizarían para competir con Estados Unidos, y dejarlo atrás. Argumento que rompe, desde luego, con todo un modelo de lo que constituye la educación universitaria y el hacer ciencia en el mundo de hoy y el propósito que cumple, algo que, por definición, no tiene fronteras. Ello ya ha llevado a un creciente número de estudiantes chinos a preferir universidades inglesas, canadienses o francesas, y que refleja que, Guerra Fría o no, el hielo en las relaciones sino-estadounidenses están afectando casi todas las áreas de la relación.

Más allá de la semántica, sin embargo, de lo que no cabe duda es que la atmósfera de confrontación entre Washington y Beijing, que quedó tan de manifiesto en la reunión de alto nivel en Anchorage, encarna peligros. Tanto así que el exsecretario de Estado Henry Kissinger, quien rara vez, si alguna, manifestó en público preocupación por el rumbo de la relación bilateral bajo Trump (quien no fue reticente en sus dichos sobre China) la ha expresado ahora, al inicio del gobierno de Biden. En palabras de Kissinger, “¿Es necesario tener una visión coherente de la gobernanza para tener un orden pacífico? ¿O es posible establecer un orden global en que los principios internos fundamentales varían…pero en que hay acuerdo en lo que se requiere para prevenir un quiebre del orden global?”.

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