Читать книгу El auge de la brutalidad organizada. Una sociología histórica de la violencia онлайн

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También es importante señalar que, dado que los individuos defienden diferentes intereses, valores, conocimientos y emociones y pueden percibir las mismas situaciones de manera diferente, es extremadamente difícil, si no imposible, generar una acción colectiva a gran escala sin ningún tipo de organización. Los autores que estudian las revoluciones (véase el capítulo VI) demuestran que no existe algo como un levantamiento popular espontáneo capaz de derrocar un gobierno en particular. Las revoluciones, las rebeliones y los levantamientos pueden tener éxito solo cuando son liderados por organizaciones sociales que funcionan bien. En pocas palabras, para poder comprender por completo la dinámica de la acción social, es necesario centrarse, no en grupos amorfos o individuos interesados en sí mismos, sino en organizaciones sociales concretas.

Entonces, ¿qué son las organizaciones sociales? Jenkins (2014: 170) define las organizaciones como un tipo particular de institución donde «siempre hay miembros [...] [que] se unen para buscar objetivos explícitos, que sirven para identificar a la organización; hay criterios para identificar y procesos para reclutar miembros; existe una división del trabajo en la especificación de las tareas y funciones especializadas realizadas por los diferentes miembros; y hay un patrón reconocido de toma de decisiones y asignación de tareas». También vale la pena enfatizar que los miembros de organizaciones sociales específicas no tienen que ser participantes activos o voluntarios. Por ejemplo, una prisión, o un campo de concentración, es una organización social compuesta por individuos que, aparte de los guardias y el personal técnico, están obligados a ser miembros (Sofsky, 1997). El fuerte elemento coercitivo también está presente en nuestra pertenencia a los Estados nación: como todos nacemos en ellos, estamos obligados a pagar impuestos, a acatar sus sistemas jurídicos, a enviar a nuestros hijos a sus instituciones educativas, a proporcionar información personal a las autoridades estatales cuando nos la solicitan, a participar en las elecciones (que, en algunos Estados, es obligatorio), a cumplir con el servicio militar y a adquirir documentos aprobados por el Estado para viajar, construir una casa, iniciar un negocio, etc. Por lo tanto, las organizaciones sociales establecen modelos determinados y prolongados de relaciones entre los individuos que son parte de una red organizativa más grande. En el mundo contemporáneo, los seres humanos son miembros de numerosas organizaciones sociales, y gran parte de su vida cotidiana depende de estas redes organizativas (véase el capítulo III). Sin embargo, los humanos no siempre han vivido en organizaciones sociales duraderas. Al contrario, durante gran parte de nuestra existencia en este planeta, la vida social ha sido por lo general desorganizada y precaria, ya que los primeros Homo sapiens sapiens lucharon por sobrevivir entre los depredadores carnívoros que habitaban la sabana africana. La supervivencia en este entorno potencialmente mortal requería una movilidad y una flexibilidad constantes, lo que estimulaba el desarrollo de unos vínculos sociales tenues que se centraban en grupos pequeños y flexibles, de dos o tres personas, articulados alrededor de una madre y uno o dos hijos.ssss1 Cuando los humanos desarrollaron técnicas de supervivencia y abandonaron las sabanas primitivas, tendieron a congregarse en unidades sociales más grandes, pero aún muy maleables y móviles, como los grupos que iban en busca de alimento. La vida social de los cazadores-recolectores no requería mucha organización. Como tales, estas agrupaciones nómadas se caracterizaban por mantener unas relaciones sociales bastante igualitarias y centradas en el parentesco, por la falta de una división del trabajo claramente definida y por una disciplina débil y la ausencia de una estructura jerárquica específica. Es importante destacar que el Homo sapiens sapiens vivió en estas entidades tan pequeñas, no sedentarias, móviles y fluidas durante los casi 1,8 millones de años de existencia en este planeta. Aunque se podría argumentar que esos grupos, así como las unidades tribales más grandes, sí poseían formas rudimentarias de organización social (a menudo vinculadas a distinciones de estatus relativamente moderadas en términos de edad y género), esto aún estaba muy lejos de constituir los órdenes sociales institucionalizados, disciplinados y jerárquicamente establecidos que existieron desde el Neolítico temprano (véase el capítulo III).

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