Читать книгу Doble crimen en Finisterre онлайн

50 страница из 77

—¿Coartada?

—Ah, sí. Sotillo no salió de su casa la noche del miércoles al jueves. Durmió con Manuela.

—¿Conoces a alguien más de su familia?

—Jacinto y Manuela llevan casados diez años. No tienen hijos. Él solo tiene un hermano, que es taxista en Corcubión; seguro que lo conoces. Es un tipo bastante alto, como él, casado con la de la panadería de Estévez. La familia de ella es de Fisterra; no los conozco, aparte de a Rubial, claro. Puedo indagar, si quieres.

—Déjalo, no hace falta. ¿Has visto por ahí a Aurelio o a Vero?

—No, jefe. Acabo de llegar. ¿Quieres que los busque?

—No, gracias. Ya me avisarán cuando vengan.

Poco después, se presentaron Taboada y Lago. Ambos habían tratado de averiguar cuanto podían sobre Marcelino García Lameiro. Aunque habían trabajado cada uno por su lado, se coordinaron y, antes de ir a ver al cabo Souto, compararon sus notas e informaciones, por lo que pudieron presentarle al jefe un informe unificado. Souto llamó a Orjales porque quería que sus tres colaboradores dispusieran de la misma información.

Правообладателям