Читать книгу Doble crimen en Finisterre онлайн

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—¿Pero?

—Nada.

—Estabas pensando en algo; venga, dilo.

—Era solo una idea de las que se le pasan a una por la cabeza. Una chorrada.

—¿No puedes ser más explícita?

—Rosalía era una mujer rara. También era muy rica y se ocupaba personalmente de sus negocios. A veces me pregunto si no habrá algo detrás de lo que parece un robo y un crimen accidental. Es una idea ridícula seguramente, pero nunca se sabe.

—¿Por qué te lo preguntas? ¿Se dedicaba a negocios raros?

—Tenía muchos negocios: madera; pisos; locales comerciales; discotecas, y bares de copas en Santiago y en Coruña. —Cambió de entonación—. Y también tenía un amante, una especie de gigoló mucho más joven que ella. Me lo contó Manuela cuando la acompañé, después del entierro. Fuimos a su casa y lo largó muy cabreada. Me dijo que el amiguito de la señora había estado la noche del crimen en el chalé, en su dormitorio, hasta tarde. Me preguntó si debía decírselo a la Guardia Civil.

—¿Y qué le dijiste?

—¿Qué coño quieres que le dijera? Que se lo contase si le preguntaban. De todas formas, Rosalía Besteiro tenía todo el derecho a follar con quien le diera la gana.

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