Читать книгу Doble crimen en Finisterre онлайн

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Taboada expuso el resultado de sus pesquisas y las de su compañera: Marcelino García Lameiro era una persona muy conocida en el mundo empresarial de A Coruña, no solo por tener las concesiones de las marcas de automóviles del grupo Volkswagen, sino también por ser socio de las principales sociedades recreativas coruñesas, en las que se dejaba ver con frecuencia, por organizar carreras de coches antiguos, por pertenecer a la directiva del Deportivo y por ser el gerente de una sociedad que poseía cines, discotecas y bares de copas o «de alterne», precisó Taboada con cierto énfasis, en diversas localidades de la provincia. La principal accionista de la sociedad era su mujer. García Lameiro solía dar fiestas sonadas en su finca de recreo de San Pedro de Nos, a las afueras de A Coruña, donde reunía a empresarios, especialmente del gremio de la construcción, algunos políticos y otras gentes ajenas al cerrado círculo de la clase alta y la aristocracia coruñesas, al que él no pertenecía. Esas fiestas, según le informaron sus colegas de la comandancia, solían animarse de madrugada con la presencia de prostitutas procedentes de los locales nocturnos de la sociedad que regentaba. No obstante, García Lameiro no tenía cuentas pendientes con la Justicia ni constaba que las hubiera tenido nunca. Parece ser que era juerguista y vividor, pero dentro de un orden. Durante el día, se encontraba normalmente en su trabajo y no se ocupaba personalmente, al menos en apariencia, de los establecimientos que funcionaban de noche y eran dirigidos por encargados. En sus locales, no había constancia de que trabajaran mujeres traídas del extranjero con contratos leoninos ni cualquier otro tipo de explotación irregular. Solo un local en Santiago estaba siendo discretamente investigado.

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