Читать книгу Doble crimen en Finisterre онлайн

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Julio César Santos colgó y José Souto sonrió interiormente. La verdad era que ya echaba de menos a su amigo, con su inveterada impertinencia y su ironía. ¿Sería verdad que acababa de enterarse de lo del crimen aquella misma tarde o lo habría leído en los periódicos de Madrid? En cualquier caso, comprendió que ya era imposible librarse de él. El cabo Souto sabía de sobra que, cuando Santos se empeñaba en sacarle información sobre una investigación en curso, era muy difícil quitárselo de encima. Como jefe del puesto de la Guardia Civil de Corcubión no podía consentir que un paisano o un civil, por utilizar el lenguaje castrense, se metiera en sus asuntos o participase sin motivo en una investigación, pero Santos era Santos y él no conseguía impedírselo. En más de una ocasión había tenido que hacer verdaderas filigranas para evitar que su jefe, el capitán Corredoira de la comandancia de A Coruña (que conocía al detective madrileño) no sospechara que, a pesar de todo, se lo permitía. Por mucho que Souto le asegurara que mantenía al detective al margen, Corredoira ponía cara de no creérselo.

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