Читать книгу Doble crimen en Finisterre онлайн

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El cabo José Souto se echó las manos a la cabeza. No supo si reírse o llorar. Ya tenía otra vez encima a Santos metiendo las narices en su trabajo. Tardó unos segundos en contestar.

—¡Será posible! —exclamó finalmente—. ¿Por qué no solicitas el ingreso en el Cuerpo, César? Te cedería mi puesto encantado. Los que tenemos que trabajar nos quejamos y tú, que eres rico y tienes la suerte de poder hacer lo que te da la gana, o sea nada, te empeñas en trabajar. Me sorprende que no te des cuenta, pero es muy poco delicado por tu parte hacerme sentir como un pobre desgraciado que, para ganarse la vida, está obligado a hacer algo que no le gusta y que tú quieres hacer por diversión.

—Eres egoísta y desagradecido, Pepe. ¿Cómo puedo hacerte comprender que solo intento ayudarte desinteresadamente?

—Te voy a dar una idea, César. ¿Sabes lo que puedes hacer?

—Qué.

—Ir a tomar por donde tú sabes. Perdona que no sea más preciso, pero no me gusta decir ciertas cosas por teléfono.

—Está bien, Pepe. Estaré en Doña Carmen a las nueve, ¿vale?

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