Читать книгу España y su mundo en los Siglos de Oro. Cronología de hechos políticos y culturales онлайн
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En contraste con el ensanchamiento de la individualidad, la familia siguió siendo la misma unidad social básica con los rasgos que había tenido desde la Edad Media. Podía constar de cuatro o de cincuenta miembros, pero todos dependían económicamente del jefe, que tenía poder legal sobre cada uno de ellos y era el dueño de todos los bienes. La familia no se formaba por la decisión de dos personas que se amaban, sino por la posesión de recursos económicos o de una casa para vivir. Era el centro de la organización del trabajo y se mantenía unida por la dependencia económica y la seguridad material de cada uno de los miembros. Aunque personas sin parentesco sanguíneo vivían en la casa, formaban parte de la familia y no se distinguían en el momento de trabajar. La consanguinidad tenía su importancia: sólo los hijos capacitados para ello podían heredar los bienes familiares. La casa era independiente, pero guardaba estrechas relaciones basadas en la ayuda mutua de los vecinos, tanto en el medio urbano como en el rural. Si el jefe de la familia quería ser respetado, debía respetar los intereses de los vecinos y del pueblo.