Читать книгу Cosmopolítica y cosmohistoria: una anti-síntesis онлайн
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“Es fácil de explicar”, respondió sin siquiera parpadear. “Los españoles construyeron todo esto.”
Y recorrió toda la grandiosa vista con su mano con un gesto rápido.
“¿Qué quieres decir?” respondí débilmente. Me sentía engañado.
“Fue con látigos”, dijo con un tono claramente desinteresado. “Los españoles amenazaron a los indios con el látigo y así fue como cargaron estas piedras y las pusieron en sus lugares.”
En lo que a él concernía se trataba de un evento totalmente ordinario, tal como Machu Picchu misma era ordinaria. “Eso es exactamente lo que los españoles le hicieron a mi suegro” añadió. “Un indio les fue a decir que era un brujo y lo castigaron haciendo cargar piedras para construir su iglesia. Le dijeron que lo azotarían si no hacía lo que le ordenaban. Su mujer y sus hijos lo siguieron por el camino, también cargando piedras (Taussig 1992: 38-42).
Una lectura monohistórica de este texto comenzaría por hacer la lista de los errores en las que incurre Mutumbajoy en su rechazo al esplendor de Machu Picchu, como las confusiones cronológicas y entre grupos étnicos, la incapacidad de separar el pasado del presente, y la atribuiría a las deficiencias de un discurso sobre el pasado que no alcanzan a ser plenamente histórico y que debe ser relegado al mito (Navarrete 1999). El único valor que le concedería sería el de ser una “creencia cultural”, es decir, un hecho social que la ciencia histórica debe explicar en su contexto social y temporal, pero no como una visión histórica en sí misma.