Читать книгу Cuarenta años y un día. Antes y después del 20-N онлайн

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Tampoco la oposición antifranquista fue modélica en sus actitudes y decisiones. Por supuesto que fueron muchas las contradicciones y no siempre marcharon al unísono todos sus integrantes. Pero es difícil otorgarles mayor protagonismo del que realmente tuvieron a la hora de movilizar-desmo-vilizar a la sociedad. La oposición movilizó de hecho hasta donde pudo, seguramente se produjeron en más de una ocasión errores importantes, pero desde una perspectiva de conjunto debe quedar claro que los dirigentes de la oposición –del Partido Comunista, en particular–, lejos de ejercer un liderazgo insuperable sobre las masas, tuvieron que actuar las más de las veces como «intérpretes» de estas. Estas son las otras reglas de juego que muchos tienden a ignorar.

7. Se puede concluir a lo largo de todo lo expuesto lo que ya apuntábamos en un trabajo previo: que fue la sociedad la que marcó el camino, las vías por las que debía transitar el proceso que concluiría con la recuperación de la democracia en España.ssss1 Porque lo que sucedió después, a lo largo de 1977, confirma que esa misma sociedad era la que iba a seguir marcando el camino, ahora para desbordar las previsiones del Gobierno de Suárez: la legalización del PCE, por la que pasaba sí o sí una verdadera democracia, fue en gran parte consecuencia de la formidable movilización que siguió a la matanza de Atocha. En junio de 1977 las elecciones dieron la victoria a la UCD, sí, pero en su conjunto –contando con los sectores más democráticos de este partido– dieron la mayoría a quienes apostaban –lo que no estaba decidido a priori– por la apertura de un proceso constituyente. Algo que concluyó con la redacción de la Constitución y su posterior aprobación en referéndum popular. Esto suponía, en mi opinión, el fin de la transición y confirmaba, también, que era la sociedad la que en todo momento había marcados los lindes del camino.

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