Читать книгу Cuarenta años y un día. Antes y después del 20-N онлайн

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6. Todo lo anterior obliga a desdibujar, a rebajar un tanto, la importancia en positivo y en negativo de las élites: de las provenientes del franquismo y de las provenientes del antifranquismo. De las primeras, se ha subrayado hasta la saciedad su capacidad, habilidad y demás virtudes, aunque seguramente la que menos se ha subrayado es precisamente la que apuntamos: su capacidad para conectar con el lenguaje en el que la sociedad expresaba sus aspiraciones democráticas. Más allá de esto –que es por lo demás decisivo– hay que constatar que las actitudes del Gobierno de Suárez estuvieron bien lejos de ser modélicas y mucho menos ejemplares y «exportables»: no era muy democrático aferrarse absolutamente al poder negando toda posibilidad de un gobierno provisional pactado para la dirección del proceso; nunca asumió la necesidad de una negociación abierta con la oposición, y cuando se abrió a negociar lo hizo de una forma limitada e impuesta por las circunstancias.ssss1 Tampoco renunció en ningún momento a la utilización de los mecanismos propios de la dictadura. En este sentido, el recurso en momentos determinados a las detenciones por motivos sindicales o políticos y a las fuerzas de orden público en las manifestaciones pudo funcionar también como «recordatorio» para la población de los traumas antes apuntados.

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