Читать книгу Cuarenta años y un día. Antes y después del 20-N онлайн

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3. La muerte de Franco no abre la transición a la democracia. Simplemente inicia un proceso en el que las élites del franquismo, empezando por el rey designado, articulan diversos proyectos en los que la continuidad y la reforma se combinan de diverso modo según los protagonistas. En un primer momento será hegemónico el proyecto reformista en el que están embarcados el rey, Arias, Areilza y Fraga. Es verdad que no todos son iguales, pero no es menos cierto que no aparece por ningún lado la perspectiva de la construcción de una verdadera democracia parlamentaria. Existe un proyecto de reforma del régimen que debería abocar a una pseudodemocracia posfranquista. Este es el proyecto reformista. Esta es la reforma y no hay constancia alguna de que el rey ni ninguno de sus ministros aspirasen a una democracia similar a la actual. Otra cosa es la proyección retrospectiva de actitudes y conversiones posteriores a la democracia.ssss1

Pues bien, es ese proyecto de reforma el que viene dinamitado por el extraordinario protagonismo de las movilizaciones obreras y populares, de la sociedad civil en su conjunto, en el primer semestre del año 1976, sin que falte siquiera el hecho de que la oposición antifranquista, unida por primera vez desde el fin de la Guerra Civil, pase a la ofensiva. Se consiguió paralizar la operación reformista y que, ahora sí, algunas de las élites franquistas, con el rey a la cabeza, se convencieran de que ya no había ninguna alternativa posible a la democracia, de que ese era el camino que se debía seguir si, además, se pretendía mantener la hegemonía a lo largo de este.

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