Читать книгу Cuarenta años y un día. Antes y después del 20-N онлайн

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2. Pero la dictadura «no cayó», y ni siquiera fue derribada tras la desaparición de Franco, quien, como se ha repetido hasta la saciedad, murió «en la cama». Pero aquí conviene tomar en consideración algunas cuestiones no siempre suficientemente valoradas. Sí que lo han sido, justamente, las que han llamado la atención sobre la existencia de evidentes, aunque cada vez más pasivos que activos, apoyos sociales a la dictadura; pretender lo contrario sería presentar al franquismo como el único régimen antidemocrático de la historia sin apoyos sociales, lo cual es lógicamente absurdo. También se ha recalcado justamente la existencia de los traumas procedentes de la Guerra Civil –el «nunca más» una guerra civil– y, aunque algo menos, el trauma de la terrible, cruenta y cruel represión de la posguerra. El primero pudo tener efectos de no movilización y no politización de segmentos potencialmente enemigos de la dictadura, al tiempo que pudo potenciar el cínico discurso del régimen sobre la paz y contra «la política». El segundo, el relativo a la represión –que perdió progresivamente sus connotaciones más trágicas pero sin desaparecer nunca–, hubo de tener no menores efectos paralizantes, sobre los cuales, sin embargo, se pasa más de una vez de puntillas.

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