Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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Julius gritó y Vilma vino, pero no se atrevió a intervenir por te­mor al castellano significante de la maestra. En cambio la mal­hu­mo­­rada señorita aprovechó para decirle que estaba horrible, hija, ¿quién la había magullado así?, pero la interrumpió Nilda que entró preguntando desafiante por qué había gritado el niño. Julius dijo que lo habían pellizcado, y la Selvática furiosa em­­­pezó a gritar que si querían hacerlo vomitar o qué, tanto que el pobre sintió ligeras náuseas y pidió continuar, probablemente para evitar más líos. La señorita Julia se asustó y dijo que iban a continuar, pero la cocinera se quedó parada montando guardia hasta el fin de la clase. Y no le fue tan mal porque se entretuvo con el poemita que la maestra empezó a enseñarle a Julius para el día de la madre. Faltaba mucho para el día de la madre pero justamente así él tendría tiempo para aprenderlo bien de memoria, le iba a gustar el poemita, a tu mamá también. Qué le quedaba, ahí estaba el pobre paporre­teando uno de esos poemas que se recitan mientras se le entrega a mamá el ramito de flores, en el baño de la casa, por ejemplo; la cogen desprevenida a mamita y es horrible; te mueres de vergüenza.

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