Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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Fuerte Apache (así decía un letrero colocado en la puerta) era el dormitorio de Julius. Allí estaban todos los cowboys del mundo pe­gados a las paredes, en tamaño natural y también parados en medio del dormitorio, de cartón y con pistolas de plástico que brillaban como metal. Los indios ya habían muerto todos para que Julius se pudiera acostar tranquilo y sin reclamar. En realidad, en Fuerte Apache, la batalla había terminado y solo el indio Jerónimo, uno que despertaba las simpatías de Julius, co­mo si eventualmente fuera a amistar con Burt Lancaster, por ejemplo, solo Jerónimo había sobrevivido y continua­ba parado al fondo del cuarto, pensativo y orgulloso.

Vilma adoraba a Julius. Sus orejotas, su pinta increíble habían despertado en ella enorme cariño y un sentido del humor casi tan fi­­­no como el de la señora Susan, la madre de Julius, a quien la ser­vi­dumbre criticaba un poco últimamente porque diario salía de noche y no regresaba hasta las mil y quinientas.

Siempre lo despertaba. Y eso que Julius se dormía mucho después de que Vilma lo había dejado bien dormidito: se hacía el dormido y, en cuanto ella se marchaba, abría grandazos los ojos y pensaba re­gularmente un par de horas en miles de cosas. Pensaba en el amor que Vilma sentía por él, por ejemplo; pensaba y pensaba y todo se le hacía un mundo porque Vilma, aunque era medio blancona, era también medio india y sin embargo nunca se quejaba de andar me­tida entre todos los indios muertos que había ahí en Fuerte Apache; además, nunca había manifestado simpatía por Jerónimo, más bien miraba a Gary Cooper, claro que todo eso pasaba en los Estados Uni­dos, pero indios y mi dormitorio y Celso ese sí que es indio... Así hasta que se dormía, tal vez esperando que los pasos de mami en la escalera lo despertaran, ahí llega, sube. Julius escuchaba sus pa­sos en la escalera y sentía adoración, se acerca, pasa por la puerta, sigue de largo hacia su cuarto, al fondo del corredor, donde murió papi, donde mañana iré a despertarla linda... Se dormía rapidito para ir a despertarla cuanto antes, siempre la despertaba.

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