Читать книгу Un mundo para Julius онлайн
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Para Vilma era un templo; para Julius, el paraíso; para Susan, su dormitorio, donde ahora dormía viuda, a los treinta y tres años y linda. Vilma lo llevaba hasta ahí todas las mañanas, alrededor de las once. La escena se repetía siempre: Susan dormía profundamente y a ellos les daba no sé qué entrar. Se quedaban parados aguaitando por la puerta entreabierta hasta que, de pronto, Vilma se armaba de valor y le daba un empujoncito que lo ponía en marcha hacia la cama soñada, con techo, con columnas retorcidas, con tules y con angelitos barrocos esculpidos en los cuatro ángulos superiores. Julius volteaba a mirar hacia la puerta, desde donde Vilma le hacía señas para que la tocara; entonces él extendía una mano, la introducía apartando dos tules y veía a su madre tal cual era, sin una gota de maquillaje, profundamente dormida, bellísima. Por fin se decidía a tocarla, su mano alcanzaba apenas el brazo de Susan y ella, que despertaba siempre viviendo un último instante lo de anoche, respondía con una sonrisa dirigida a través de la mesa de un club nocturno, al hombre que acariciaba su mano. Julius la tocaba nuevamente: Susan giraba dándole la espalda y escondiendo la cara en la almohada para volver a dormirse, porque durante un segundo acababa de regresar cansada de tanto bailar y no veía las horas de acostarse. «Mami», le decía, atrevido, gritándole suavecito, casi resondrándola en broma, envalentonado por las señas de Vilma desde la puerta. Susan empezaba a enterarse de la llegada del día pero, aprovechando que aún no había abierto los ojos, volvía a dirigir una sonrisa a través de la mesa de un club nocturno e insistía en girar hundiéndose un poco más en el lado hacia el cual se había volteado al acostarse cansada, la segunda vez que Julius la tocó; luego, en una fracción de segundo, dormía íntegra su noche hasta que ella misma dejaba que el eco del «mami», pronunciado por Julius, se filtrara iluminándole la llegada del día, reapareciendo por fin en una sonrisa dulce y perezosa que esta vez sí era para él.