Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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De otro árbol bajaba Pipo. Pipo era el hermano y enemigo mor­tal de Rafaelito hasta el día en que tenían invitados; en esas ocasiones, una extraña confraternidad nacía entre ellos, sobre todo si se trataba de los primos lla­mados Julius, Cinthia, Bobby, etcétera. Pipo ba­jaba nada contento de otro árbol: no había logrado apuntar a tiempo y se había quedado con la flecha en la ma­no, tenía tres flechas en la mano.

Y Cinthia tosía pero no lloraba y miraba a Julius que miraba a Vilma que estaba mirando a la señora: «¡Vengan! ¡Vengan para que los escobillen! ¡Por la misericordia de Dios no les ha caído en los ojos!». A Vilma le había caído uno grandazo en la boca. «¡Ya no sé qué ha­cer con Rafaelito! Vamos a escobillarlos, Vilma; después yo misma los acompañaré al jardín».

Los volvieron a sacar medio veteados al jardín. Cinthia se mo­ría de frío y tosía, Julius estaba furioso con las manos pega­dísimas al cuerpo y Vilma aún escupía tierra. Le preocupaba su uniforme y pensaba en el mayordomo, pero también, la estaba escuchando, en la tos de Cinthia, cuántas veces le he dicho ya a la se­ñora, cada día tose más, señora, ese remedio, pero qué sabía ella de esas cosas, la señora vive cada día más apurada. Bertha y yo hemos sido la madre de estos niños sobre todo desde que murió el señor... «Ven, Cintita, descansa un poquito, ven, Ju­lius, acom­­paña a tu hermanita»... Ahí estaba y la estaba mirando.

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