Читать книгу Un mundo para Julius онлайн
62 страница из 166
Y Cinthia le siguió contando: le dijo que se casaron y que se fueron a vivir a San Miguel, una casa que todavía existe, en San Miguel, linda, blanquita, como si fuera de muñecas. Ahí vivían pero ella siempre en cama; ella no podía levantarse, tenía mucha tos, mucha tos, no paraba de toser. Y el tío abuelo no cuidaba los negocios, siempre estaba a su lado y siempre le pedía que le tocara el piano, le había regalado un piano lindo cuando se casaron. Tres meses solo vivió, Julius. Una mañana él le pidió que le tocara el piano, todos los días le pedía pero ella no podía levantarse, solo ese día se levantó y empezó a tocar lindo y entonces fue que empezó a toser y que se quedó muerta tocando piano. «Ahí se acaba la historia», le dijo Cinthia, pero Julius le hizo todavía algunas preguntas y ella le contó que después él se casó con nuestra tía abuela y que no vivió mucho tiempo porque su primera esposa, la pianista, lo había contagiado. Fue el hijo mayor del Presidente y tío carnal de papi, pero murió mucho antes de que papi naciera. Por eso papi se asustaba tanto cuando alguno de nosotros tenía tos. Se quedaron pensativos: los dos se habían sentado sobre el banquito del piano y habían abierto la tapa. Sus cuatro manitas ligeras y finas descansaban dudosas sobre las teclas de marfil que los Lastarria, por supuesto, ni tocaban.