Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

64 страница из 166

Por ahí ya habían buscado, por ahí también, en realidad habían busca­do por todos los bajos de la casa y había que probar los altos porque en el jardín no quedaba nadie. «Víctor», ordenó la tía Susana: «acompañe a Vilma a los altos y avíseme en cuanto los encuentren». Y por eso los dos subieron juntos y an­­duvieron silenciosos por austeros dormitorios, por baños en cuyas tinas podía uno quedarse a vivir, por corredores que atravesaban gritando ¡Julius!, ¡Ju­lius!, ¡Cin­tita!, por salas de estudio en las que tampoco estaban, por una escalera de servicio en la que Víctor intentó una ciriadita, pe­ro no; no, porque Vilma estaba llorosa, asustada, lejana y ahora algo menos ex­traviada, como si toda esa parte de la casa le fuera más familiar, esas losetas frías de patio, estaban en la parte de la servidumbre y ella continuaba llamándolos hasta que escuchó aquí estamos, la vo­ce­cita de Cinthia que salía del baño de servicio.

–¡Dónde se han metido! –exclamó Vilma, al verlos.

–Este baño no tiene tina, Vilma –comentó Julius.

Правообладателям