Читать книгу Un mundo para Julius онлайн

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Y, un poco por lo que en geografía suele llamarse deter­mi­nismo geográfico (antideterminismo lo hace el hombre), Julius y Cinthia continuaban metidos en todo eso, pero sin alejarse mucho de Vil­ma. Habían gozado de momentos de tranquilidad mientras los de­más comían, pero ya el lonche se iba acabando y pronto sería ho­ra de salir al jardín y jugar.

Felizmente Martín decidió que tenían que escoger dos equipos para un partidito de fútbol. Todo el mundo quería jugar en el equipo de Martín. Era el nuevo líder y el que tomaba las decisiones: ¡Tú pa­­­ra aquí!, ¡tú para allá!, ¡tú no juegas!, ¡tú para allá!, ¡tú también!, ¡que se vaya esta chica!, ¡Rafael ven para acá!, ¡ese es muy chico! Entonces Rafaelito fue y le dio un empujoncito a Julius y Vilma vino a recogerlo, Cinthia también. «Ven, Julius», le dijo: «te voy a en­señar una cosa, pero la vas a aprender, ¿ah?». Se dirigieron hacia el interior del castillo, pero antes, en el camino, se encontraron con la tía Susana.

–No se vuelvan a perder –les dijo–; quédense donde los pue­dan ver. Vilma, no los pierda de vista; falta media hora para que llegue el mago.

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