Читать книгу Las plegarias de los árboles онлайн

57 страница из 88

Sedian no respondió.

—Esa criatura debe morir –continuó berserker–. Ahora te pido que te hagas a un lado. No podemos permitir que se aleje demasiado.

—Le he otorgado piedad. Me atendré a mi palabra –respondió Sedian, lacónico.

—Nos lo ha ordenado Avon, ese insecto debe morir –insistió Vricio, intentando encontrar con la mirada los ojos de Sedian.

—Ya no diré más.

Tras haber hablado, Sedian dio media vuelta y comenzó a retirarse. Pero un grito lo detuvo.

—¡Sedian! –exclamó el berserker pletórico de rabia, ya no tanto por el destino del insecto sino por la displicencia con la que su compatriota lo estaba tratando–, ese monstruo morirá porque así nos lo han ordenado. No podrás hacer nada para evitarlo.

La sombra de la libélula giró el torso y miró a Vricio a los ojos. Acto seguido, desenvainó sus espadas.

—Entonces no queda sino batirnos y que los espíritus del bosque decidan a quién favorecen.

En un primer momento, Vricio se mostró descolocado por la reacción de Sedian. Luego, sonrió. No era un hombre que se acobardase bajo presión. En silencio dejó caer la espada de Buxo y empuñó la propia, la cual había quedado sobre la tierra empapada en sangre de insecto. La adrenalina corría por sus venas. Al fin se presentaba la oportunidad que tanto había esperado, enfrentar a Sedian y demostrar de una vez y para siempre quién era el mejor guerrero de Eirian.


Правообладателям