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—Somos distintos –concluyó Sedian y no habló más sobre el tema. No quería prolongar un debate sobre vinos cuando había cosas más importantes de las que hablar. Pero no se identificaba con el bardo, él prefería que sus momentos de disfrute fuesen escasos pero reales. Jamás podría disfrutar un vino mediocre sabiendo que en la despensa de la cantina había uno mejor. No era una cuestión filosófica o de actitud, sino de naturaleza.

Los nórdicos se regalaron algunos minutos para disfrutar sus bebidas y distenderse. Luego, comenzaron a discutir lo que debían discutir.

—¡Ah, qué horrenda tarea ha caído sobre nosotros! –dijo Leto echando la cabeza hacia atrás y contemplando el gastado techo, entre cuyas grietas se vislumbraba el abovedado cielo nocturno y sus magníficas estrellas–. Cómo me gustaría que fuese solo un sueño maltrecho, y que todo pudiese ser sanado con un dulce despertar.

—Pero no lo es –exclamó Vricio antes de hacer una breve pausa y darle un sorbo a su hidromiel–. Este desafío ha cruzado nuestro camino y deberemos hacerle frente. No será sencillo, de eso no hay duda. Somos pocos y no contamos con el apoyo de los druidas. Pero aun así debemos encontrar la forma de triunfar sobre Maki.


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