Читать книгу Instrumental. Memorias de música, medicina y locura онлайн

51 страница из 76

Tuve fantasías sexuales en las que era el único superviviente de un holocausto nuclear, en las que deambulaba por las calles, sacaba a las mujeres de los coches y les hacía cosas innombrables, me excitaba al imaginar que me dejaban inmovilizado y que tenía que rogar que no me matasen, y todo un abanico de fetiches raros y estupendos en los que aparecían la tortura, el control, el dolor y vaya usted a saber qué más. Todo esto antes de los nueve años.

Y también están los estallidos de rabia. Una rabia corrosiva y abrumadora dirigida contra todos en el mundo entero. Rabia que me inspiran las familias felices de los cojones, las familias rotas, las familias a secas, el sexo, el éxito, el fracaso, la enfermedad, los niños, las embarazadas, la policía, los médicos, los abogados, los profesores, los colegios, los hospitales, los psicólogos, las cerraduras, las colchonetas de gimnasia, la autoridad, las drogas, la abstinencia, los amigos, los enemigos, fumar, no fumar, todo y todos, siempre.

Lo que más rabia me da es saber perfectísimamente que jamás podré lograr que lo que pasó desaparezca del todo. Es como una de esas espantosas marcas de nacimiento que algunos tienen en la cara, que los niños se quedan mirando y de las que los adultos apartan la vista. Lo noto todo el tiempo y nada de lo que hago puede ni podrá borrarlo. Y puedo esforzarme todo lo que quiera por convertirlo en mi «seña de identidad», el motivo por el que soy especial, una coartada para comportarme como me dé la gana y para creerme un chalado aspirante a Holden Caulfield incluso a los treinta y ocho años, pero soy consciente todo el rato, todos los días, de que no puedo transformar esto en nada, de que me resulta imposible estructurarlo o reestructurarlo, no puedo hacer nada con ello para convertirlo en algo más soportable o aceptable.

Правообладателям