Читать книгу Espiados. Un agente: Marcelo D'Alessio. Un juez: Alejo Ramos Padilla. El poder argentino, en jaque онлайн
26 страница из 114
Sintió alivio por haber grabado cada segundo de las charlas que había mantenido desde el 31 de diciembre a la fecha. Pero no por ello dejó de temer por su vida y la de su familia. Estaba completamente seguro de que, si no hacía lo que le pedían, si no abonaba el dinero requerido, iba a terminar enterrado varios metros bajo tierra.
Durante el viaje al balneario de Pinamar el 8 de enero, el espía le había confesado que en algún momento del encuentro lo iba a llamar para que conociera al fiscal y así “cerrar el acuerdo”. Mientras aguardaba esa señal, Pedro Etchebest fue al baño del parador. A la salida de este estaban los dos personajes frente a sus ojos. D’Alessio los presentó:
“Este es el señor Pedro”, introdujo el hombre de contactos en todas partes.
“Mucho gusto, un placer”, dijo Stornelli y le extendió la mano.
El apretón de manos fue suficiente para dar por cerrado el pacto. La reverencia quedó grabada por las cámaras de seguridad. Luego de ello, D’Alessio y Etchebest emprendieron su regreso.